"Dionisios es el dios de las metamorfosis, lo uno de lo múltiple, lo uno que afirma lo múltiple y se afirma en lo múltiple. «¿Entonces quién?», siempre es él. Por eso Dionisios calla seductoramente: el tiempo de ocultarse, de tomar otra forma y cambiar de fuerzas. El «Lamento de Ariadna» expresa esta relación fundamental entre una forma de preguntar y el personaje divino presente bajo todas las preguntas, entre la pregunta pluralista y la afirmación dionisíaca o trágica." (Gilles Deleuze)

“Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones; y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.” (Apocalipsis 19, 15)

"¡Vosotros, hombres audaces que me rodeáis! ¡Vosotros, buscadores indagadores, y quienquiera de vosotros que se haya lanzado con velas astutas a mares inexplorados! ¡Vosotros, que gozáis con enigmas! ¡Resolvedme, pues, el gran enigma que yo contemplé entonces, interpretadme la visión del más solitario! Pues fue una visón y una previsión: - ¿qué vi yo entonces en símbolo? ¿Y quién es el que algún día tiene que venir aún? ¿Quién es el pastor a quien la serpiente se le introdujo en la garganta? ¿Quién es el hombre a quien todas las cosas más pesadas, más negras, se le introducirán así en la garganta?- Pero el pastor mordió, tal como se lo aconsejó mi grito; ¡dio un buen mordisco! Lejos de sí escupió la cabeza de la serpiente: - y se puso de pie de un salto. - Ya no pastor, ya no hombre, - ¡un transfigurado, iluminado, que reía! ¡Nunca antes en la tierra había reído hombre alguno como él rió!
Oh hermanos míos, oí una risa que no era risa de hombre, y ahora me devora una sed, un anhelo que nunca se aplaca. Mi anhelo de esa risa me devora: ¡oh, como soporto el vivir aún! ¡Y cómo soportaría el morir ahora!" (Así Habló Zaratustra / Friedrich Nietzsche)

"Mas tú, sigue hasta el fin; descansarás y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días." (Daniel 12:13)

sábado, 15 de febrero de 2014

La gaya ciencia / El "sentimiento de humanidad" del futuro (Friedrich Nietzsche)

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Si analizo este siglo con la mirada puesta en una época lejana, no encuentro nada más extraño en la naturaleza del hombre contemporáneo que esa virtud y esa enfermedad tan singulares conocidas como "sentido histórico". Se trata de la sedimentación de algo totalmente nuevo y extraño en la historia. Si se le otorga a este germen unos siglos más, es factible que acabe produciendo una planta maravillosa, de perfume admirable, que haga más grata la estancia en la tierra de lo que nunca lo fuera hasta entonces. Sin saber apenas lo que hacemos, los hombres de hoy hemos empezado a formar, eslabón tras eslabón, la cadena de un sentimiento futuro muy poderoso. Casi parece que no se trata de un sentimiento nuevo, sino del retroceso de todos los sentimientos antiguos. El sentido histórico es todavía algo tan pobre y tan frío, que muchos sienten como si fueran sorprendidos por una helada, volviéndose más pobres y más fríos. Otros creen experimentar el síntoma de una vejez que se acerca poco a poco arrastrándose, pareciéndoles nuestro planeta un enfermo lleno de melancolía que, para olvidar su presente, se pone a escribir la historia de su juventud. En realidad, no estamos sino ante un matiz de ese nuevo sentimiento; quien sabe considerar la historia de los hombres globalmente como si fuera su propia historia, percibe en una especie de inmensa generalización la amargura del enfermo que piensa en la salud, del anciano que recuerda los sueños de su juventud, del amante que ha perdido a su amada, del mártir que ve desplomarse su ideal, del héroe en la tarde de la batalla indecisa que le ha costado heridas y la pérdida del amigo. Soportar esa suma enorme de amarguras de toda especie, tolerarlas siendo a la vez el héroe que, al despuntar el segundo día de batalla, saluda a la aurora y a su muerte pues tiene ante sí y tras de sí un horizonte de milenios, como heredero de toda la nobleza del espíritu udel pasado, aunque cargado de deudas, como el más noble de los nobles antiguos, aunque primogénito de una nueva aristocracia que nunca pudo ver ni soñar época alguna; asumir en su alma lo más antiguo y lo más nuevo; las pérdidas, las esperanzas, las conquistas, las victorias de la humanidad; tener, en fin, todo esto en una sola alma, resumirlo en un solo sentimiento, debería representar una felicidad totalmente desconocida hasta hoy. Una felicidad de un Dios lleno de poder y de amor, pletórico de lágrimas y de risas, una felicidad que, como el sol del atardecer, brinde continuamente su inagotable riqueza y la derrame en el mar, el cual, semejante al sol, nunca se sienta tan rico como cuando el más pobre pescador rema con remos de oro. Entonces, ese divino sentimiento se llamaría sentimiento de humanidad.