"Dionisios es el dios de las metamorfosis, lo uno de lo múltiple, lo uno que afirma lo múltiple y se afirma en lo múltiple. «¿Entonces quién?», siempre es él. Por eso Dionisios calla seductoramente: el tiempo de ocultarse, de tomar otra forma y cambiar de fuerzas. El «Lamento de Ariadna» expresa esta relación fundamental entre una forma de preguntar y el personaje divino presente bajo todas las preguntas, entre la pregunta pluralista y la afirmación dionisíaca o trágica." (Gilles Deleuze)

“Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones; y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.” (Apocalipsis 19, 15)

"¡Vosotros, hombres audaces que me rodeáis! ¡Vosotros, buscadores indagadores, y quienquiera de vosotros que se haya lanzado con velas astutas a mares inexplorados! ¡Vosotros, que gozáis con enigmas! ¡Resolvedme, pues, el gran enigma que yo contemplé entonces, interpretadme la visión del más solitario! Pues fue una visón y una previsión: - ¿qué vi yo entonces en símbolo? ¿Y quién es el que algún día tiene que venir aún? ¿Quién es el pastor a quien la serpiente se le introdujo en la garganta? ¿Quién es el hombre a quien todas las cosas más pesadas, más negras, se le introducirán así en la garganta?- Pero el pastor mordió, tal como se lo aconsejó mi grito; ¡dio un buen mordisco! Lejos de sí escupió la cabeza de la serpiente: - y se puso de pie de un salto. - Ya no pastor, ya no hombre, - ¡un transfigurado, iluminado, que reía! ¡Nunca antes en la tierra había reído hombre alguno como él rió!
Oh hermanos míos, oí una risa que no era risa de hombre, y ahora me devora una sed, un anhelo que nunca se aplaca. Mi anhelo de esa risa me devora: ¡oh, como soporto el vivir aún! ¡Y cómo soportaría el morir ahora!" (Así Habló Zaratustra / Friedrich Nietzsche)

"Mas tú, sigue hasta el fin; descansarás y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días." (Daniel 12:13)

Historiografía

“ ¿ Acaso busco yo la felicidad ? ¡Yo lo que busco es mi obra!" (Friedrich Nietzsche /Así Habló Zarathustra)

Podría decirse que uno nace como obra de sus padres. Así fue que el 14 de Octubre del año 1968, en la ahora Ciudad Autónoma de Buenos Aires y luego de horas de incertidumbre y dolor, a las 10 de la mañana mi madre me dio a luz. Se evitó lo que en otra clínica hubiera sido una cesaria seguramente, según me contó mi propia madre, debido a que las monjas que manejaban el centro de salud insistieron en un parto natural. Se esperaba una mujer pero fui varón.

A partir de aquella escena de mi nacimiento, donde el sufrimiento fue la antesala de la plenitud familiar pero también de las expectativas incumplidas de mis padres (en el caso del género), me propongo vincular algunos hechos de mi vida que desembocaron en mi carrera artística, a la vez de profundizar cómo estos sucesos influyeron el mi pensamiento ideológico y artístico, representado cabalmente por la frase de Nietzsche que encabeza este trabajo.

Los primeros doce años de mi existencia transcurrieron a través de una educación religiosa en mi escuela primaria católica. Como las respuestas se agotaron en este plano, decidí en mi formación secundaria volcarme a las ciencias, en particular la Química, recibiéndome así de Técnico Químico y encarando la Universidad desde la licenciatura de esa disciplina en la U.B.A. hasta segundo año de la carrera, donde abandoné a los 21 años. Durante todo este transcurso alterné la práctica de distintos deportes, que me dejaron una impronta físico-motriz muy importante. En lo que respecta al arte, mi rol fue prácticamente de espectador-consumidor, no imaginando en ese entonces mi futuro en el área. En resumen, buscaba la verdad y estaba seguro de estar bien encaminado.

Pero fue antes de comenzar la Universidad, en 1998 y a los 19 años, coincidentemente con mi ingreso al Servicio Militar Obligatorio, que se generaron una serie de acontecimientos adversos, básicamente de carácter familiar, tanto en el plano económico como en el sentimental, cuya bisagra resultó el fallecimiento de mi madre en el año 1993, a mis 24 años, con el consecuente proceso de crisis personal. ¿Qué me cuestionaba ahora? Desde el desencanto y la desilusión me preguntaba, como Poncio Pilatos a Jesús...¿Cuál es la verdad?. Así pasé del rigor científico al relativismo de la búsqueda artística, sin dejar de articular mis formaciones anteriores con mis nuevas experiencias.

Desde entonces transité más de una década por la música, la literatura, las artes marciales, el teatro, la danza y, en menor medida, las artes plásticas. A través del aprendizaje, la investigación ,la docencia y la producción me formé una identidad artística que sigue en evolucionando. Desde mi ingreso a esta carrera, Licenciatura en Composición Coreográfica con mención Expresión Corporal en el Departamento de Artes del Movimiento del Instituto Universitario de Arte, en el año 2006 y a mis 37 años, encontré el sitio adecuado, desde lo material, lo humano y lo formal, para unificar y sintetizar mis formaciones anteriores, a la par de contextualizarlas en un marco de formación académica.

Decisiva fue la devolución de mi última profesora de Expresión Corporal ante mi trabajo de práctico de examen final cuando afirmó: “Vos ya sos un artista, ahora tenés que producir”, reflotándose así la necesidad de una obra que represente mi madurez, mi personalidad y mi pensamiento artístico actuales.

Al respecto, los procesos personales que nombré anteriormente me enseñaron que el crecimiento y superación están no solo vinculados con el placre sino también con el dolor, y que independientemente de nuestras decisiones voluntarias existe cierto determinismo que nos obliga a ubicarnos más allá de ambos. Concluyo en consecuencia que, por lo menos en lo que a mi se refiere, no busco obras artísticas como forma de sublimar mis pulsiones sexuales (psicoanálisis) ni como medio de supervivencia (darwinismo), sino como realización personal al dejar una impronta en el público, categoría que comienzo a evaluar para cerrar la tríada de la producción artística.

Finalmente, paradójicamente, mi búsqueda de la verdad se transformó, a través del arte, en el poder de simular.





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