La risa sale revoloteando de él como una nube multicolor; ¡desdeña el gargareo y losescupitajos y el retortijón de tus entrañas! Pero el oro y la risa - los toma del corazón de la tierra: pues, para que lo sepas, - el corazón de la tierra es de oro.»
Cuando el perro de fuego oyó esto, no soportó el seguir escuchándome. Avergonzado escondió el rabo entre las piernas, dijo ¡guau!, ¡guau! con voz abatida y se sumergió, arrastrándose, en su caverna. -
Esto es lo que Zaratustra contó. Mas sus discípulos apenas le escuchaban: tan grande era su deseo de contarle la historia de los marineros, los conejos y el hombre volador.
«¡Qué debo pensar de todo esto!, dijo Zaratustra. ¿Soy yo acaso un fantasma?
Habrá sido mi sombra. ¿Habéis oído ya algo del caminante y su sombra?
Una cosa es segura: tengo que atarla corta, - pues de lo contrario perjudicará mi reputación.»
Y de nuevo movió Zaratustra la cabeza y se maravilló: «¡Qué debo pensar de todo esto!», volvió a decir.
«Por qué gritó el fantasma: ¡Ya es tiempo! ¡Ya ha llegado la hora!
¿De qué, ha llegado la hora?»
Así habló Zaratustra / Friedrich Nietzsche